jueves, 20 de abril de 2017

La televisión italiana muestra como el glifosato está matando a los argentinos



Una reciente investigación difundida por el programa italiano "Le Iene" expone claros casos de envenenamiento con agroquímicos en la región central de Argentina, donde las personas están empezando a morir de la peor manera.

Malformaciones, cáncer, y al final la peor muerte de todas es la consecuencia del uso cada vez más concentrado de herbicidas, principalmente glifosato, el cual debe aumentar su poder periódicamente debido a la resistencia que desarrollan las "malezas".
Así lo muestra la televisión italiana en una reciente producción realizada en nuestro país, alertados por la cantidad de personas afectadas en las provincias centrales como Santa Fe, Córdoba, Entre ríos y Buenos Aires, donde se utilizan estos químicos en mayor medida desde hace varios años.
Los casos más evidentes se dan en personas que trabajan con este tipo de sustancias sin tomar ningún tipo de recaudos. Un claro ejemplo de ello es la localidad entrerriana de San Salvador, conocida como "el pueblo del cáncer", donde se puede respirar una atmósfera espesa con altas concentraciones de veneno y los habitantes de bajos recursos utilizan los bidones de glifosato descartados para llevar agua a sus hogares.
El informe cuenta con el testimonio de Fabián Tomasi, oriundo de Basavilbaso, Entre Ríos, quien en 2005 comenzó a trabajar en una empresa de aplicación aérea de agroquímicos y hoy padece una grave afección conocida como la "enfermedad del zapatero" tras verse expuesto periódicamente a una lluvia de herbicidas.
Una excelente producción conducida por Gaetano Pecoraro que muestra como el "granero del mundo" va camino a convertirse en una gigantesca enfermería.




jueves, 13 de abril de 2017

No te digo adiós... te digo hasta luego


Sí, sí, ya lo sé. Habrás visto esta imagen mil veces en estos días.
Mirala bien, porque la seguirás viendo millones de veces más mientras dure tu vida.
Que esa dulce imagen de niña no opaque la imagen de mujer fuerte y luchadora que muchos conocimos. 
Muchos afortunadamente más que otros. Pero no es quien llega primero el que se lleva el premio, sino el que sigue corriendo hasta el final. Y el premio no es para uno solo. 
Es para todos los que sepan apreciarlo. Porque el premio es tomar algo de ese Espíritu de Micaela e incorporarlo a nuestro propio espíritu.
De eso en esencia hablamos cuando la conocí a ella y a sus amigos, de manera casi fortuita, en mis vacaciones en el verano de 2016.
Teníamos un tema en común: el vivir nuestra juventud en épocas revueltas para la Patria.
En mi juventud los que decían amar a la Patria secuestraban gente ocultando sus rostros con capuchas. Un tiempo inimaginable para estos jóvenes si no se les contaba en detalle, porque entraron a la adolescencia en un tiempo feliz, de igualdad de oportunidades para educarse, bien alimentados y con salud. Pero no tomaron la vía cómoda de la mayoría que como pollos irracionales abren su boca para ser engordados, sin pensar de dónde viene realmente su nutriente, sino muy por el contrario, eligieron compartir de corazón no solamente sus cosas sino también su tiempo, que es lo más valioso que un ser humano puede tener. Mientras otros pierden el tiempo ellos lo ganan compartiéndolo. 
Esta es la Micaela que conocí y estos son los compañeros que la ayudaron a crecer, y a quienes ella ayudó a crecer también.




lunes, 10 de abril de 2017

Pegarle a un maestro...



Hoy, mientras cenábamos en un restaurante, vimos en la tv la represión a los docentes, en eso llegaron dos policías de esos de la cuadra, mi sobrina de 5 años los miraba mientras conversaban con su mamá sobre la compleja situación de uno uno de ellos, pues es hijo de una docente. Luego de que mi prima le planteara el interrogante de qué hacer si lo mandaban a reprimir a su madre, mi sobrina, decía, los miró y les dijo "no les peguen a los maestros" a lo que ellos respondieron bajando la vista...
"Lo sabe un chico de cuatro años, de salita celeste, que ni siquiera sabe hablar correctamente.
Lo sabe un chico de seis años, que ni siquiera sabe escribir.
Lo sabe un chico de doce años, que desconoce todas las materias que le deparará el secundario.
Lo sabe un adolescente de diecisiete años, aunque sea la edad de las confusiones, la edad en la que nada se sabe con certeza.
Lo saben sus padres.
Lo saben sus abuelos.
Lo sabe el tutor o encargado.
Lo saben los que no tienen estudios completos.
Lo sabe el repetidor.
Lo sabe el de mala conducta.
Lo sabe el que falta siempre.
Lo sabe el rateado.
Lo sabe el bochado.
Lo sabe hasta un analfabeto.
No se le pega a un maestro.
No se le puede pegar a un maestro.
A los maestros no se les pega.
Lo sabe un chico de cuatro años, de seis, de doce, de diecisiete, lo saben los repetidores, los de mala conducta, los analfabetos, los bochados, sus padres, sus abuelos, cualquiera lo sabe, pero no lo saben algunos gobernadores.
Son unos burros.
No saben lo más primario.
Lo que saben es matar a un maestro.
Lo que saben es tirarles granadas de gas lacrimógeno.
Lo que saben es golpearlos con un palo.
Lo que saben es dispararles balas de goma.
A los maestros.
A maestros.
Lo que no saben es que se puede discutir con un maestro.
Lo que no saben es que se puede estar en desacuerdo con lo que el maestro dice o hace.
Lo que no saben es que un maestro puede tener razón o no tenerla.
Pero no se le puede pegar a un maestro.
No se le pega a un maestro.
A los maestros no se les pega.
Y no lo saben porque son unos burros.
Y si no lo saben que lo aprendan.
Y si les cuesta aprenderlo que lo aprendan igual.
Y si no lo quieren aprender por las buenas, que lo aprendan por las malas.
Que se vuelvan a sus casas y escriban mil veces en sus cuadernos lo que todo el mundo sabe menos ellos, que lo repitan como loros hasta que se les grabe, se les fije en la cabeza, lo reciten de memoria y no se lo olviden por el resto de su vida; ellos y los que los sucedan, ellos y los demás gobernadores, los de ahora, los del año próximo y los sucesores de los sucesores, que aprendan lo que saben los chicos de cuatro años, de seis, de doce, los adolescentes de diecisiete, los rateados, los bochados, los analfabetos, los repetidores, los padres, los abuelos, los tutores o encargados, con o sin estudios completos:
Que no se le pega a un maestro.
No se le puede pegar a un maestro.
No debo pegarle a un maestro.
A los maestros no se les pega.
Sepan, conozcan, interpreten, subrayen, comprendan, resalten, razonen, interioricen, incorporen, adquieran, retengan este concepto, aunque les cueste porque siempre están distraídos, presten atención y métanselo en la cabeza: los maestros son sagrados."


Pegarle a un maestro - Mex Urtizberea


Mirala


Mirale la cara. Mirala en el barrio. Mirala con lxs pibxs. Mirala en el merendero y con el micrófono. Con la casaca y las ganas. Con las compañeras y amigas. En los plenarios y calles. Mirala, que se te grabe, que nunca desaparezca.

Mirala para nunca más preocuparte por una catedral, un patrullero o una pared pintada. Mirala y dejame de romper los ovarios con las caras tapadas, nuestras tetas y algún cascote. Mirala y decime si no te sentís un forro.

Mirala y preguntate si vas a seguir hablando sobre cómo iba vestida, sobre la hora que era, sobre el lugar y dónde estaban esos padres, preguntate si andaba sola y sentite una mierda.

Mirala y volvé a decirnos violentas si te dan los huevos. Mirala y decime que no podemos estar hartas, enojadas, angustiadas.

Mirala y salí a la calle con tus compañeras. Mirala y discutile a los machitos de tu familia, amigos y compañeros.

Mirala y hablá de un Estado ausente y una justicia cómplice. Mirala y no te olvides del violador suelto, del juez que lo libera, de la yuta no haciendo una mierda.

Mirala y no permitas nunca más el chiste misógino en la oficina, el golpe que se escucha en la casa de la vecina. Mirala y no te hagas el pelotudo.

Mirala y dejá de decirle piropo al acoso y y violencia a la violencia machista. Mirala y no desvíes la mirada cuando nos gritan, tocan, ningunean, ridiculizan, golpean.

Mirala y hacete cargo del cupo, de correrte, de dejar avanzar. Mirala y cagate en tus privilegios que nos hacen de pared cuando queremos gritar.

Mirala y nunca más se te ocurra decirnos cómo luchar, cómo expresarnos y con qué formas hablarles.

Mirala y que te quede bien claro: Micaela es nuestra lucha y hambre de justicia.

Mirala y que te quede claro que no vamos a parar, que Micaela es un llanto colectivo en un abrazo común. Que hoy en los barrios suspendemos el taller de mujeres para pasarnos el mate entre lágrimas que prometen justicia.

Mirala para siempre y nunca te olvides: no vamos a parar nunca, porque si paramos le fallamos a la negra y a todas las que no están.

Mirala porque la negra no lucha más, pero acá estamos nosotras y juramos vencer.


Vamos a llenar de machos, ratis y jueces el paredón. SE VA A ACABAR.

Julieta Gugliottella